La terapia cognitivo conductual pretende ayudar tanto al enfermo como al cuidador.
Casi la mitad de los cuidadores son cuidadores únicos, y la problemática familiar es causa del alejamiento de los familiares hacia el afectado por la enfermedad. El cuidador haría más por el enfermo, sin embargo, no sabe cómo.
Para el cuidador adaptarse a nuevas actividades y responsabilidades, así como sustituir las que realizaba el enfermo, incluso adaptarse a un nuevo estilo de vida, le genera estrés. Estos cambios producen sentimientos, temor, culpa, irritabilidad, tristeza y sensación de impotencia.
Es por todo eso que la terapia cognitiva, sirve para estimular la mente de la persona con Parkinson, ayudándole a la memoria, a no perder hábitos como la escritura, cálculos mentales… Y también para que los familiares puedan trabajar con ellos y ellas en casa, para que a pesar de que el enfermo o enferma no pueda ya hacer sus tareas cotidianas por su cuenta, siga intentando buscar méritos propios gracias a los ejercicios ofrecidos en la terapia cognitiva.
Mediante esta terapia se pueden desarrollar estrategias de cuidado de la mente, mejorando la calidad de vida tanto del cuidador como de la persona dependiente.