Actividad acuática

Con los ejercicios de actividad física acuática, obtenemos muchos beneficios científicos, siendo los más notorios: la flotación, la resistencia, la presión hidrostática, el movimiento fluido y la transferencia de energía termal.

Al estar en el agua, el paciente experimentará que:

  • El agua ayuda a moverse libremente y por esto mejora la movilidad y aumenta la fuerza funcional.
  • Hacer ejercicio en agua caliente produce un efecto termal que puede alterar el tono muscular y reducir el dolor.
  • El agua caliente procura un efecto suavizante y una mayor tolerancia para hacer ejercicio.
  • El efecto calmante del agua permite que los músculos se relajen, se estiren y que disminuya la rigidez.
  • La flotación y la ingravidez que tienen lugar en el agua, combinadas con la resistencia, originada por el movimiento en la misma, ayudan a mejorar la fuerza muscular y la resistencia, particularmente en una persona debilitada por la falta de ejercicio.
  • El movimiento de las distintas partes del cuerpo en el agua genera el conocimiento del mismo y favorece una mejor postura. El continuo ajuste al dinámico entorno acuático aumenta el conocimiento del cuerpo, lo que puede mejorar el control motor cuando se camina.
  • El agua hace que los movimientos sean más lentos, dando tiempo para una respuesta, y proporciona una retroalimentación sensorial; esto puede mejorar el control motor al caminar. El agua es un entorno seguro para desafiar al equilibrio, pero con supervisión.
  • El ejercicio acuático reduce el aislamiento y la depresión.

Tras una primera entrevista para hacer una valoración del estado del enfermo, se recomienda o no la actividad. Siempre el usuario estaría acompañado dentro y fuera del agua

En conclusión, la actividad acuática mejora la calidad de vida del enfermo de Parkinson beneficiando su estado físico, mental y anímico.